El Tricolor goleó a Social Mar de Ajó por 5 a 1 con cuatro tantos de Darío Escola y Damián Sagardoy. La visita terminó con un hombre de menos por la expulsión de Barros.
Defensores Unidos llegaba invicto para enfrentar a Social
Mar de Ajó. Es cierto, cambiaba al arquero, ingresaba Saavedra en lugar de
Rossi. Pero muchas veces, está más que claro que no es el portero el que da las
pautas de cómo juega un equipo, no es el uno el máximo responsable de su
defensa, sino su defensa misma.
Además, del ingreso del uno, Perger hizo su presentación en
el torneo, formando la línea de tres en el fondo con Peluzo y Mon. A su vez,
Niggli jugó desde el arranque en lugar de Ferreyra (distinción de ligamentos en
su rodilla derecha) compatiendo el campo medio con Magallanes, Claverie y
González. Arriba, el tridente titular: Maldonado, Escola y Santana.
Y eso fue precisamente lo que marcó el partido en el
Polideportivo. Un equipo hecho para lastimar con algún estiletazo que partiera
de las botas de Santana, contra otro más que sabido, organizado como para
afrontar un partido de esta rudeza: Mar de Ajó.
Es cierto, en la primera mitad, Pekar dio muestras de su calidad y en medio de un partido más intenso que explosivo, fue capaz de molestar sólo a toda la defensa local. No porque fuera tan expresivo, sino porque no lo hubo. Por ese entonces, el cero a cero era una condena que estaba pactada, dos equipos que se estudiaban, que se conocen, que parecían saber jugar más al ajedrez que al fútbol.
Y así fue el trámite, hasta la expulsión de Barros. Los de Argüelles, buscando pero sin desarmarse, los de Duca sin desarmarse y esperando el toque de gracia que pocas veces llega cuando uno no lo busca. El Tricolor, con espacios, recuperó el balón en mitad de cancha y triángulo hasta que Escola, definió al primer palo dentro del área luego de un pase de Santana.
Es cierto, en la primera mitad, Pekar dio muestras de su calidad y en medio de un partido más intenso que explosivo, fue capaz de molestar sólo a toda la defensa local. No porque fuera tan expresivo, sino porque no lo hubo. Por ese entonces, el cero a cero era una condena que estaba pactada, dos equipos que se estudiaban, que se conocen, que parecían saber jugar más al ajedrez que al fútbol.
Y así fue el trámite, hasta la expulsión de Barros. Los de Argüelles, buscando pero sin desarmarse, los de Duca sin desarmarse y esperando el toque de gracia que pocas veces llega cuando uno no lo busca. El Tricolor, con espacios, recuperó el balón en mitad de cancha y triángulo hasta que Escola, definió al primer palo dentro del área luego de un pase de Santana.
Rápidamente, de la misma manera, pero por la otra banda,
llegó el segundo tanto del “buitre”, que marro el cabezazo pero el rebote le
jugo a favor para empujar el balón al fondo de las mallas.
El complemento, fue un monólogo local, con dominio del
terreno y de la “caprichosa” en donde tuvo a Magallanes y Claverie, en una gran
tarde, vistiéndose de asistidotes con un despliegue físico impecable.
Así, Escola pudo llenarse la boca de gol en cuatro
oportunidades y Sagardoy, que había ingresado por Maldonado, también aportó en
la goleada, que puso ser más calamitosa para la visita, si el Tricolor hubiese
aprovechado las cuantiosas posibilidades de gol que tuvo ante la humanidad de Garmendia.
sangretricolor.blogspot.com
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