miércoles, 30 de mayo de 2007

"El C.A.D.U es la vida mía" Omar Silva

El popular hincha Tricolor se desnuda en sentimientos y en esta entrevista se muestra comprensivo y elocuente. Habla de sus virtudes y falencias, de sus peleas con los técnicos de turno, de sus ídolos, de su mejor equipo y de cómo se construyo la sede y el polideportivo. Entren y vean, la nueva función de Silvita, el oso tricolor.

¿En que año llegaste al club?
Llegué en 1980, por intermedio de Carlos Carrizo, fui a un entrenamiento, me presentó a Iriart y me hice cargo de llevar y traer las pelotas, desde el camping Splash, donde se entrenaba hasta el Hotel Barón, que era la sede.

¿Qué otros aportes hiciste?
Recuerdo que Luís Pourtalé y Hugo Propatto, estaban haciendo el replanteó en los terrenos de la 36 y 10, me acerqué y les dije que si querían yo lo hacía con su ayuda, y así lo hice.

¿Cuéntame como es que se realizó la obra del gimnasio?
La loza, estuvo dirigida por Ramón Alderete y en un momento, noté que se estaba cerrando y grité: todos abajo. Fuimos a mirar y le habían sacado los puntales y todavía estaba fresco el cemento. Por suerte le pusieron los puntales y se salvó la edificación.

¿Quieres decir que salvaste la cimentación?
Sí, así fue. Se me bajo la presión y se me acercó Alfredo y me dijo “te mereces un monumento”

¿Cómo fue la construcción de la cancha?
El terreno era todos cañadones, en donde es la cancha principal y sus alrededores, cortábamos la caña con machetes e íbamos prendiendo fuego para espantar las víboras. El primer camión de relleno que lo conducía Andrés Caliendo, lo emparejé yo, y ahora, me siento orgulloso y la máquina era de Manuel, un hombre de Mar de Ajó.

¿Quién hizo los arcos?
Los de la cancha principal y los del polideportivo, Francisco Machado.

¿Y las columnas del alambrado y vestuarios?
Las columnas la empezaron hacer el “viejo” Baíz pero estaban mal hechos y el trabajo me lo encargaron a mí. Luego, Alfredo, vino de una reunión de la Liga de Madariaga y le avisaron que la medida reglamentaria era de 3.60 metros
y así fue que la hicimos. Los vestuarios, mucha gente trabajo, Peluzo, Carrizo, Loza, Baíz y muchos más.

El césped del campo de juego es envidiable ¿Cómo realizan el mantenimiento?
El trabajo de sembrado de gramilla, se hizo una sola vez, lo hicimos con un grupo de chicos. El
trabajo consistía en hacer surcos e ir poniendo la semilla. Todos los años, se siembra la cancha. En diciembre, se coloca la semilla de verano y a mediados de julio, la semilla de invierno. Y además, se riega 3 o 4 veces por semana, si llueve se hace 2 veces. También se saca el pasto amarillo y seco, que impide el crecimiento de la semilla.

¿Me podes relatar como se produjo la defunción de Rosendo Juárez, por el cual el club agrego el color negro en su memoria?
Fue en 1981. Rosendo Juárez tenía 17 años cuando murió. Se fueron a patear, de noche, a la cancha de la ENET N1
y cuando terminaron, se mojó la cabeza con una canilla. Los chicos que estaban con él, le dijeron que se abrigue pero Rosendo no quiso. A los pocos días se enfermó y lo atendió el Dr. Luís Pourtalé, pero ya estaba grave. Lo trasladaron de urgencia a Mar del Plata y esa misma noche, llegó la noticia de que había fallecid.

¿Qué hay de cierto y de anecdótico en la versión de que corriste con un hacha a Propatto?
(Risas) Alfredo le había dicho a Alberto Lugo, que era el técnico de Tercera División, que Daniel Rodríguez, Rubén Machado y Roberto Patiño jugarán en su equipo porque la primera no tenía chance de clasificarse. Pero Propatto les negó a los jugadores y entonces yo le dije que “si C.A.D.U pierde, te mato”. Me fui de la cancha, cuando estaba perdiendo 3 a 1 y cuando volví ganaban 7 a 4.

¿Entonces?
La Tercera perdió y ahí fue cuando me le fui con el hacha, pero por suerte, Cejas, Nuñez y Nardulli, me agarraron para no pegarle.

Hace 10 años tuviste otro problema con un D.T. de Primera División ¿te acordás por qué fue?
Con Abel Herrera. Porque siempre andaba en las prácticas con el pizarrón para todos lados, sabe mucho, pero el equipo no funcionaba. En cancha de Social, habíamos perdido 3 a
2 y le dije “tanto pizarrón y no pasa nada, no sabes una mierda”, se me vino al humo y nos separó el padre de Manuel Argüelles, que por ese entonces no jugaba para nosotros.

¿Qué recuerdos tienes de la Liga de Dolores?
Veníamos con la canasta llena, había mala suerte porque el equipo tenía buenos jugadores. Además, los pibes no se cuidaban. Kessy, Jaunarena, Angel Gaona y otros más, iban en el colectivo tomando Gancia, Cinzano, vino, de todo. Y así las cosas no funcionaban.

¿Cuál fue el equipo que más disfruto?
El que dirigía Velázquez, en 1998. Ese equipo jugaba como lo hace el C.A.D.U, garra, fútbol y pelota al pie.

¿El mejor jugador que vistió la casaca Tricolor?
Hubo varios que brillaron pero Aníbal Cultri y Gastón Niggli son los que más me gustaron.

¿Cuál fue el título que más festejo?
Todos. Que el C.A.D.U. salga campeón es la alegría máxima en mi vida.

¿Tenés alguna cábala para los partidos?
Siempre llevo puesta la camiseta que me regaló el “chino” Violante cuando salimos campeones en 1988 y todavía estoy esperando la que me prometió Gonzalito (risas)

¿Tiene algún jugador como ídolo?
Sí, a los hermanos Niggli, porque nacieron en el club, tienen huevo, fútbol y sienten los colores como nadie y a Javier Galván, un jugadorazo. A los hermanos los ví crecer con esta camiseta, lloraban cuando perdían y eso reconforta, llevan los colores pegados en el cuerpo y “nariche” es el mejor cuatro que tuvo el C.A.D.U.

¿Qué es lo peor que te puede pasar en la vida?
No poder ver jugar a Defensores. Es algo que me da mucha pena y que no puedo controlar.

¿Pero faltaste alguna vez a un partido?
Cuando la dirigencia me sancionó por mala conducta. Pero entendí que era lo mejor aunque sufrí mucho.

¿Por qué tomaron esa medida?
(Risas) Porque tire piedras a la cancha y en otra oportunidad le arroje un palo al parabrisas de un árbitro que nos había bombeado con un penal en contra.

¿Qué es el Tricolor en su vida?
El C.A.D.U es la vida mía, siento mucho por estos colores, me saco la camisa para pelear y dar la vida por el club (y las lágrimas, de emoción, bañaron el pequeño rostro de Silva)

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